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La materia prima de la cerámica es la arcilla, un tipo de tierra que tiene propiedades plásticas y que cuando se humedece se puede modelar fácilmente. A esta arcilla se le extraen las impurezas y se extiende al sol para liberarla de la humedad que contiene y posteriormente se le añade el agua necesaria hasta conseguir la plasticidad adecuada para facilitar su amasado.

A menudo estos términos, arcilla, barro y cerámica, llevan a confusión. Se emplean indistintamente cuando se habla de piezas cerámicas. Nos referimos a “un plato de barro” cuando en realidad deberíamos decir “un plato de cerámica”. O si vamos a comprar material para las actividades extraescolares de nuestros hijos pedimos en la tienda “quiero un paquete de cerámica”. No son lo mismo y te explicamos por qué. 

Cuando se hizo necesario un recipiente para almacenar el excedente de las cosechas, se inventó la cerámica. Hablamos de las primeras civilizaciones de agricultores y ganaderos que se asentaron a ambos lados del río Éufrates, en Mesopotamia, durante el Neolítico, aproximadamente 8.000 años antes de nuestra era.

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